viernes, 26 de septiembre de 2014
POEMA 11 11
¡Padre!
Cómo pesa el odio de tus años,
Cómo me quema tu sangre,
Bajo mis arterias.
¡Padre!
Ahora limpio tus lágrimas en silencio,
Mientras mamá cocina conejos que…
Antes saltaban sobre ésta misma mesa.
¡Padre!
Cómo perforar tu pecho sin lastimarte
Cómo borrar tu sonrisa con una palabra,
Cómo volar contigo ¡Padre!
Si mi cuerpo desaparece con cada brillo de sol.
martes, 23 de septiembre de 2014
LA TRASCENDENCIA DEL VERSO
Y el verso se hizo carne y
habitó entre nosotros: La poesía ha sido liberada.
Es la trascendencia del
verso
Es la apertura del nexo entre
el yo y el nosotros.
La poesía abandonó su carácter
servil-juglar-bufonesco,
Para abrirse al mundo real-concreto-inmediato.
Ella se abre a la noche y extiende
sus alas
Rompe las cadenas de la razón
Y el palpitar de nuestros
cuerpos se traduce en metáforas.
Poesía:
Labios que acarician
amorosamente vuestras callosidades,
El eterno ir y venir de
nuestros corazones.
Ella trasciende la vida y la
muerte al mismo tiempo
Se desnuda a sí misma
Y duerme en la luna, con la
luna y bajo la luna.
Ella habita entre nosotros:
Desgarra sus carnes y alimenta vuestros corazones.
A JULIAN
Los días
para Julian son como las monedas que ruedan a los pies de un mendigo.
Como la
luz fragmentada en un ahuecado techo de cartón
Y
terminan siempre como el vientre de una mosca:
Aplastado
y rociado sobre la mesa.
El
pequeño Julian pensaba:
Si dios
es el límite, mi madre debió parir espinas y no sacrificar su virginidad con un
vagabundo sin nombre.
Querido
Julian,
Ahora
tus ojos se confunden con el azul del mar,
A
B
A
J
O
Ésta
ruidosa ciudad desaparece por completo.
La niebla
que cubría parte de tu cuerpo ahora te liberaba entre vuelos de gaviotas y una
melodía de Bach.
El día
parecía apagarse entre las briznas azulejas
Y una
tenue luz en torno al muelle descubría un pequeño abrigo ensangrentado.
A JULIAN
Los días para Julian son como las monedas que
ruedan a los pies de un mendigo.
Como la luz
fragmentada en un ahuecado techo
de cartón
Y terminan siempre como el vientre de una
mosca:
Aplastado y rociado sobre la mesa.
El pequeño Julian pensaba:
Si Dios es el límite, mi madre debió parir
espinas y no sacrificar su virginidad con un vagabundo sin nombre.
Querido Julian,
Ahora tus ojos se confunden con el azul del
mar,
A
B
A
J
O
Ésta ruidosa ciudad desaparece por completo.
La niebla que cubría parte de tu cuerpo ahora
te liberaba entre vuelos de gaviotas y una melodía de Bach.
El día parecía apagarse entre las briznas
azulejas
Y una tenue luz en torno al muelle descubría
un pequeño abrigo ensangrentado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)