martes, 23 de septiembre de 2014

A JULIAN










Los días para Julian son como las monedas que ruedan a los pies de un mendigo.
Como la luz  fragmentada  en un ahuecado techo de cartón
Y terminan siempre como el vientre de una mosca:
Aplastado y rociado sobre la mesa.
El pequeño Julian pensaba:
Si dios es el límite, mi madre debió parir espinas y no sacrificar su virginidad con un vagabundo sin nombre.
Querido Julian,
Ahora tus ojos se confunden con el azul del mar,
A
B
A
J
O
Ésta ruidosa ciudad desaparece por completo.
La niebla que cubría parte de tu cuerpo ahora te liberaba entre vuelos de gaviotas y una melodía de Bach.


El día parecía apagarse entre las briznas azulejas
Y una tenue luz en torno al muelle descubría un pequeño abrigo ensangrentado.





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